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sábado, 17 de septiembre de 2011

La guardería III

Es increible el cambio de actitud que mi hija ha tenido con respecto a su estancia en la guardería. ¡¡¡¡Me despierta a las siete de la mañana y me pide que la lleve a su cole!!!!.

Le digo que aún es temprano, que duerma un poquito más, pero no... Hay que levantarse, hacerle un vasito de leche con cereales y vestirla para llevarla a su cole. Todo este ritual diario ha de hacerse aferrada a la mochila que no la suelta ni para vestirse. Le encanta ir a la guardería, todos decían que sería cuestión de tiempo y efectivamente así ha sido. Decenas de compaeñerit@s comparten con ella diariamente juegos y experiencias en un entorno divertido y lúdico.

Ahora me alegro de no haber desistido, de haber seguido intentando su integración en la guardería. Además está el tema de la alimentación que, aunque ella no sea excesivamente difícil con las comidas, su convivencia con otros niños le está sirviendo para adoptar comportamientos más autónomos e independientes en cuanto al comer solita se refiere. Además de eso se suma lo rica que está la comida que allí se sirve, una dieta sana, equilibrada y supervisada por un pediatra.

Desde que está en la guardería, Alice me pide que le ponga la música que allí escucha, se sabe las canciones, las tararea y juega en su cuarto mientras suena la música del método que están usando allí. Canta, baila, juega y a cada paso me recuerda el nombre de sus amiguit@s y las cosas que hace en su cole.

¡¡¡Ayyy... qué feliz soy!!!

martes, 6 de septiembre de 2011

La guardería II

Otro sofocón el tercer día de guardería, esta vez movido por el berrinche de otros niños desconsolados que, de forma epidémica y directa, contagió a todos los demás, incluida mi hija, claro... Así que no puedo describir con palabras el ensordecedor momento que hemos vivido. A mi hija se le salía, casi literalmente, el corazón por la boca, se aferraba a mí, no podía casi articular palabra... y yo con un pellizco en la boca del estómago que alentaba a mi desayuno a salir disparado.

Un instinto sobreprotector imperaba sobre la necesidad de mantener a la niña en aquel lugar. Así que la agarré en brazos y salí de allí en plan madre coraje, la monté en el coche y me la llevé. De camino para casa, un sentimiento de estúpida me embargaba, arrobada por el pensamiento de que haciendo lo que acababa de hacer sólo iba a conseguir que la niña me tomara el pelo y que la próxima vez que decidiera llevarla a la guardería iba a ser todavía más traumático.

Llegue a casa de mi madre, que me miró como si hubiese cometido un sacrilegio. Y yo... con mi cara de tonta, contradiciéndome a mí misma en mis pensamientos. Haciéndome la madre valerosa que le ha evitado a su hija un tortura china. Pero simultáneamente, era consciente de que sacar así a la niña de la guardería no era la mejor opción si quería que la chiquilla se acostumbrara a convivir con niños y se adaptara a ese nuevo entorno, eso teniendo en cuenta mis circunstancias profesionales.

Entonces volvió a cambiarme el chip, pedí a mi hermana que me acompañara y volvimos, media hora después a la guardería.

Muy amablemente, la directora nos abrió, nos entendió y nos brindó la oportunidad de llevarla a partir del día siguiente un poco más tarde, una vez que los pobres angelitos se hubieran calmado. Así Alicia no viviría los primeros y dolorosos gritos de la mañana y no mostraría tanta reticencia como cuando llega a primera hora.

Dejé a la niña allí, sin llantos, sin dramas y, sorprendentemente, se puso a comer cereales sentadita en su silla, como si nada. En ese momento reinaba la calma (impensable media hora antes). Todos los niños tranquilos. Su educadora, salió después, una vez que yo estaba fuera y me invitó a asomarme cautelosamente por la ventana de la cocina. Me resultó grato ver que Alicia estaba tranquila, comiendo, calmada y hasta diría que lo pasaba bien.

Madre mía!!! Todos dicen que el proceso de adaptación es algo normal, pero que en poco tiempo se acostrumbran y hasta disfrutan de su estancia en la guardería rodeados de niños y juguetes. Yo sólo espero es que ese momento llegue pronto, porque si no es así, tendremos que buscar otras alternativas.

lunes, 5 de septiembre de 2011

La guardería

Siento que soy una malísima y pésima madre por llevar a mi hija a la guardería. El viernes fue su primer día, fue una tortura para las dos. Me gustaría tener la posibilidad económica suficiente para no trabajar y disfrutar de mi hija siempre, a todas horas. No sé qué tipo de economía tendrán las mamis homeschooling, pero ha de ser bastante desahogada como para permitirse el lujo de ser ellas quien se encarguen de la formación y la educación de sus hijos.

El periodo de adaptación debería ser de una manera muy diferente a como Alicia lo está viviendo, se debería plantear de manera más humana. Durante una semana o quizá dos, los padres deberían pasar allí todo el tiempo con sus hijos, e ir menguando progresivamente su estancia en la guardería, pero no. Apenas he podido quedarme con ella, la monitora se empeñaba en que era mejor si yo no estaba. Yo pensaba para mis adentros: ¿No sería mejor que la chiquilla tuviese la tranquilidad de que su madre va a estar con ella aquí? Así de esa forma ella se iría familiarizando con ese nuevo entorno.

Hoy ha sido peor, si cabe. Ha llorado, pataleado, ha tirado de su mochila para la calle, me miraba con ojos de "por qué me haces esto". Dentro de media hora voy a recogerla . Se me está haciendo eterna la mañana y eso que he intentado mantenerme ocupada. En fin, tengo ganas de verla y que me cuente su experiencia.