Powered By Blogger

Buscar este blog

martes, 6 de septiembre de 2011

La guardería II

Otro sofocón el tercer día de guardería, esta vez movido por el berrinche de otros niños desconsolados que, de forma epidémica y directa, contagió a todos los demás, incluida mi hija, claro... Así que no puedo describir con palabras el ensordecedor momento que hemos vivido. A mi hija se le salía, casi literalmente, el corazón por la boca, se aferraba a mí, no podía casi articular palabra... y yo con un pellizco en la boca del estómago que alentaba a mi desayuno a salir disparado.

Un instinto sobreprotector imperaba sobre la necesidad de mantener a la niña en aquel lugar. Así que la agarré en brazos y salí de allí en plan madre coraje, la monté en el coche y me la llevé. De camino para casa, un sentimiento de estúpida me embargaba, arrobada por el pensamiento de que haciendo lo que acababa de hacer sólo iba a conseguir que la niña me tomara el pelo y que la próxima vez que decidiera llevarla a la guardería iba a ser todavía más traumático.

Llegue a casa de mi madre, que me miró como si hubiese cometido un sacrilegio. Y yo... con mi cara de tonta, contradiciéndome a mí misma en mis pensamientos. Haciéndome la madre valerosa que le ha evitado a su hija un tortura china. Pero simultáneamente, era consciente de que sacar así a la niña de la guardería no era la mejor opción si quería que la chiquilla se acostumbrara a convivir con niños y se adaptara a ese nuevo entorno, eso teniendo en cuenta mis circunstancias profesionales.

Entonces volvió a cambiarme el chip, pedí a mi hermana que me acompañara y volvimos, media hora después a la guardería.

Muy amablemente, la directora nos abrió, nos entendió y nos brindó la oportunidad de llevarla a partir del día siguiente un poco más tarde, una vez que los pobres angelitos se hubieran calmado. Así Alicia no viviría los primeros y dolorosos gritos de la mañana y no mostraría tanta reticencia como cuando llega a primera hora.

Dejé a la niña allí, sin llantos, sin dramas y, sorprendentemente, se puso a comer cereales sentadita en su silla, como si nada. En ese momento reinaba la calma (impensable media hora antes). Todos los niños tranquilos. Su educadora, salió después, una vez que yo estaba fuera y me invitó a asomarme cautelosamente por la ventana de la cocina. Me resultó grato ver que Alicia estaba tranquila, comiendo, calmada y hasta diría que lo pasaba bien.

Madre mía!!! Todos dicen que el proceso de adaptación es algo normal, pero que en poco tiempo se acostrumbran y hasta disfrutan de su estancia en la guardería rodeados de niños y juguetes. Yo sólo espero es que ese momento llegue pronto, porque si no es así, tendremos que buscar otras alternativas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario