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sábado, 10 de diciembre de 2011

El colecho



Alicia no ha tenido cuna. Bueno... sí la tuvo, la heredó de su prima, pero no la usó. Desde que nació fue una niña muy inquieta y llorona. Pasábamos toda la noche en vela (y el día también) Comprobamos que meterla en la cama con nosotros nos permitía dormir toda la noche.

Hoy día, no sólo admito mi debilidad, sino que, además, la defiendo. Soy partidaria del colecho o, mejor dicho, estoy en contra de la cuna. Los niños deben estar en los brazos de sus mamis, en la cama con ellos, abrazados y acurrucados, no solitos en una fría e inerte cuna.

Dejo aquí una noticia que aboga por esa forma de sueño:

Uno de los expertos británicos más importantes en salud mental infantil ha aconsejado a los padres olvidarse de años de convenciones y permitir que sus hijos duerman con ellos en la cama hasta los 5 años de edad. Margot Sunderland, directora de educación del Centro para la Salud Mental Infantil de Londres, dice que la práctica conocida como colecho aumenta la probabilidad de que los niños crezcan sanos y tranquilos. Sunderland, autora de 20 libros, perfila su consejo en su libro "La Ciencia de Ser Padres". Y está tan segura de los hallazgos del nuevo libro, basado en 800 estudios científicos, que pide que a los visitadores sanitarios se les repartan folletos para informar a los padres sobre el colecho.
Sunderland argumenta que la práctica habitual en Inglaterra de adiestrar a los niños para que duerman solos desde las pocas semanas de edad es perjudicial, porque cualquier separación de los padres incrementa el flujo de hormonas del estrés como el cortisol. Sus resultados se basan en avances científicos de los últimos 20 años sobre cómo se desarrolla el cerebro del niño y en estudios que han utilizado scanners para analizar cómo reaccionan en circunstancias especiales. Por ejemplo, un estudio neurológico de hace 3 años mostraba cómo un niño separado de uno de sus padres experimenta una actividad cerebral similar a un niño con dolor físico.
Sunderland cree también que la práctica actual se basa en actitudes sociales que deberían ser abandonadas: "Existe un tabú en este país referente a que los niños duerman con sus padres" dijo. "Lo que he hecho en este libro es presentar la evidencia científica. Estudios en todo el mundo demuestran que el colecho hasta los 5 años supone una inversión para el niño. Los niños pueden sufrir ansiedad por la separación hasta los 5 años o más, lo que puede afectarles en la vida posterior. Esto se calma con el colecho". Los síntomas pueden ser también físicos. Sunderland cita un estudio que demostró que un 70% de mujeres que no habían sido consoladas cuando lloraban de niñas, desarrollaron en la edad adulta problemas digestivos.
El libro de Sunderland la enfrenta a gurús de la educación ampliamente leídos como Gina Ford, cuyos consejos son seguidos por miles de padres. Ford aboga por establecer rutinas de sueño para bebés desde una edad muy temprana en cunas "separados del resto de la casa" y enseñarles a los bebés a dormir "sin la ayuda de los adultos". En su libro "Guía completa de sueño para bebés y niños satisfechos" escribe que los padres necesitan tiempo para ellos. "El compartir la cama con los niños termina con frecuencia con los padres durmiendo en habitaciones separadas y con madres exhaustas, una situación que aporta una gran presión en la familia como un todo".
Annette Mountford, jefa ejecutiva de la organización de padres "Lazos de familia" confirmó que la norma en Inglaterra para los niños era animarles para que durmieran en sus camas y sus cunas, a menudo en habitaciones separadas, desde una edad temprana. "Los padres necesitan su espacio" dijo. "Existen beneficios claros en el hecho de introducir a los niños en su propia rutina de sueño en su propio espacio"
Contrariamente, Sunderland dice que cambiar a los niños a sus camas desde que tienen semanas de edad, incluso si lloran por la noche, ha demostrado incrementar el nivel de cortisol. Estudios con niños menores de 5 años demuestran que en más del 90% de los casos, el nivel de cortisol aumenta cuando van a la guardería y en el 75% de los casos disminuye al volver a casa.
El profesor Jaak Panksepp, especialista en neurociencia de la Universidad Estatal de Washington y que ha escrito el prólogo del libro, dice que los argumentos de Sunderland son "una historia coherente consistente con la neurociencia. Una sociedad avanzada debería tenerlo en cuenta".
Sunderland argumenta que poner a los niños a dormir solos es un fenómeno occidental que puede incrementar la posibilidad de muerte en la cuna, también conocida como Síndrome de Muerte Súbita del Lacante (SMSL). Esto puede suceder porque el niño echa de menos el efecto calmante que el estar tumbado junto a su madre ejerce en la respiración y en la función cardiaca. "En el Reino Unido mueren 500 niños al año por SMSL" escribe Sunderland. "En China, donde el colecho es práctica habitual, el SMSL es tan raro que no tiene nombre".
Este artículo ha sido escrito por Sian Griffiths y traducido por Ofelia Urzainqui del grupo Vía Láctea.

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