Desde que Alicia era muy muy pequeñita me he esforzado por describirle las características de los objetos cotidianos (y no tan cotidianos), nombres, tamaños, colores... y es una actividad muy fructífera; cuando menos te los esperas te das cuenta de que, aunque no sepa hablar bien, reconoce todos y cada uno de los objetos y entiende todo lo que le dices. El aprendizaje de los colores es algo que le ha gustado mucho, hasta el punto de ir por la calle (con 18 meses) e ir diciéndote de qué color son las cosas que ve.
Para aprenderlos fui ubicando rincones temporales de los colores (el rincón naranja, el rincón amarillo...) y dejábamos objetos de ese color, pero la experiencia no surtió tanto efecto como los poemas que hicimos juntas.
Me los he inventado atendiendo a aquellos objetos que a ella le llaman especialmente la atención.
Hemos hecho un librito para cada color y los tenemos colocados en la pizarra del cuarto de juegos que nos sirve como expositor.
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